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#LordÓraleALaVerga

+ CARRERAS, KAKO LEAL, MÓNICA RANGEL

Con entereza y la indignación que da ser víctima de una injusticia, la trabajadora del Hospital Central se plantó frente al furibundo sujeto que blandía frente a ella un bate de beisbol.

Era la ​hora del tráfico más estresante, y los empleados del Hospital Central habían convertido aquello en un caos.

Protestaban porque los tienen arriesgando la vida, atendiendo enfermos en tiempos de pandemia, y ni así el Gobierno del Estado es capaz siquiera de asegurarles el pago puntual de sus quincenas.

Incapaces de comprender el drama de los manifestantes, ajenos al conocimiento del caso, y sin asomo de solidaridad, automovilistas y camioneros solo querían llegar a su destino.

Tocaban el claxon, mentaban madres, y el furibundo antropoide del bastón de beisbol alentaba a sus compañeros para arremeter contra las mujeres que les bloqueaban el paso.

El bloque de trabajadoras y trabajadores del Hospital tenía lugar ayer 1 de diciembre en la carretera a Matehuala, y a escasos metros del Distribuidor Juárez la detención del tráfico era mayúscula.

Pero, de eso se trataba, de lo contrario ni caso les hubieran hecho; aunque, ahora, en estos momentos, el aparentemente incontrolable gorila del bate vociferaba:

— ¡Órale, a la verga!

No le bastó el temible objeto deportivo convertido en arma, necesitaba compinches para agredir a las mujeres trabajadoras de la salud, así que gritó, arengando:

— ¡Vénganse todos, cabrones! —y mientras era seguido por una media docena de individuos se acercó peligrosamente a la manifestante.

Ya se encontraba a un metro de distancia de ella cuando levantó el bate para golpearla…

La trabajadora del Hospital, con tapabocas, no se arredró un solo milímetro aun estando muy cerca de recibir el batazo; al contrario, avanzó un paso al frente y retó a su agresor.

— ¡Órale!, ¡ándenles!, si quieren expónganse, ¡no saben con quien se van a meter! —y la socorrida frase acostumbrada por quienes se dan ínfulas cobró en esta ocasión otro relieve.

Pues, en efecto, no sabían con quiénes se metían: precisamente con personal que en cualquier momento los agresores (o sus familiares) pueden llegar a necesitar en la sala de emergencias del citado nosocomio.

— ¡El día que lleguen a “Urgencias” les vamos a hacer lo mismo! —les alcanzó a gritar la mujer que estuvo en un tris de ser derribada a macanazos.

Al ver el temple y la decisión de la citada mujer y de sus acompañantes (quienes deben estar acostumbrados a ver todo tipo de dramas y heridos en su trabajo), los violentos individuos comenzaron a regresar a sus coches, aunque sin dejar de reclamar: “¡Están haciendo un desmadre, cabrones!”.

Solo pareció, por un momento, que se iban, pues el beisbolista fracasado regresó a seguir amenazando, ante lo cual la mujer lo volvió a batear a puro verbo:

— Miren, hagan lo que quieran, nosotros estamos en contra del gobierno —gritó a los enojados chóferes.

Así que el agresor regresó de nuevo con la cola entre las patas para subirse al auto, no sin antes ensayar el remedio de la venganza a la mexicana:

— ¡Chingue a su madre! —le gritó a su domadora. Pero esta no lo dejó ir limpio, y le replicó: “¡A la tuya!”.

Enseguida, ya cuando los furiosos automovilistas habían emprendido la retirada, la valiente empleada hospitalaria, les comentó a sus compañeros:

— ¡Son puros pájaros nalgones!

Sin embargo, los verdaderos responsables morales y “pájaros nalgones” de estos peligrosos conatos de violencia y del desastre vial estaban en otro lado.

Uno de ellos, el principal, se paseaba cual pavorreal en la Ciudad de México, y como si lo que en esos momentos pasaba en San Luis no tuviera que ver con él, presumía en sus redes sociales: “Hoy es un día de fiesta para SLP. ¡Santa María del Río es pueblo mágico!”

Y luego: “Es el cuarto #PuebloMágico y el segundo de esta administración gracias al trabajo en equipo entre el Gobierno del Estado y …”.

Exacto. El mismo Gobierno que no fue capaz de pagarles a tiempo a los citados trabajadores que están a cargo de la salud de muchos potosinos desde el imprescindible Hospital Central.

Ese ridículo fue observado por activistas de las redes sociales: “Mientras la ciudad de San Luis Potosí es un caos por la protesta de personal médico del Hospital Central, el gobernador Carreras disfrutando del glamour y los excesos en la Ciudad de México”, escribió alguien.

Otros le criticaron al gobernador que gaste el dinero en eventos de la CONAGO y en propaganda, y en cambio “no se les paguen sus salarios a nuestros héroes con la pandemia, como es el caso de los trabajadores del Hospital”.

Y es que no se trataba solo de quincenas atrasadas, pues tales burócratas del sector salud han sido objeto de múltiples abusos e injusticias en los últimos años.

En sus espaldas, algunos de ellos pegaron cartulinas donde se leía: “Estoy trabajando sin pago, en pandemia, sin pago Infonavit, sin aguinaldo, con exceso de trabajo”.

Para esos momentos, el gobernador Carreras no era el único pájaro de cuenta responsable de la violencia y el desorden vial.

Sobre el segundo de a bordo en el gobierno, Alejandro Leal Tovías, caía también una de las principales responsabilidades: el no haber podido prever y evitar a tiempo este delicado asunto laboral en el Hospital.

A pesar de todo, no se vio aparecer su indecente calva en los momentos más necesarios, ni siquiera se observaron patrullas o elementos policiales en los instantes que las mujeres eran agredidas.

Toda la ciudad era un caos, con un secretario de gobierno estatal incapaz, y con un presidente municipal que prefirió irse de candidato dejando a otro bueno para nada en su lugar.

Este era el estado de la situación: la Alameda cerrada por ambulantes, la Glorieta Juárez tomada por trabajadores de la salud, la 5 de Mayor, por taxistas, etcétera.

Y, por último, otra que resultó con su plumaje aún más enlodado fue la ya insalubre titular de los Servicios Estatales de Salud, Mónica Rangel.

Acusada de corrupción por desvíos millonarios, a últimas fechas se le volvió a exhibir por haber tenido el descaro de mandar repartir productos de higiene por la pandemia, haciendo publicidad de su nombre como si los productos los hubiera comprado con dinero de su bolsillo.

La opinión generalizada es que busca un cargo de elección popular que le brinde impunidad y no terminar como Rosario Robles, tras las rejas, y quizá acusando como su cómplice o encubridor al propio gobernador Juan Manuel Carreras.

Así que esta vez tampoco salió indemne en las redes sociales, donde se le exhibe en un meme reproducido miles de veces, acusándola de malgastar recursos públicos en hacerse publicidad, en vez de pagarle a los trabajadores que exponen su vida todos los días en beneficio de los potosinos.

Empleados que son vistos por la ciudadanía como los héroes de esta pandemia; mientras los citados funcionarios, ya se vio, parecen solo “pájaros nalgones”, demasiado bien pagados.

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