-SU DUEÑA LE ATRIBUYE MENSAJES DE CONCILIACIÓN Y ARMONIA, EN ESPERA DE LA INTERVENCIÓN DE LA IGLESIA CATÓLICA

Es una colonia suburbana como cualquier otra en México, las casas rodean un área verde donde dos neumáticos usados la hacen de columpios. Las puertas de la casa ubicada en el fraccionamiento Villas de San Pedro, en la calle de Arcos de Querétaro del municipio de Soledad de Graciano Sánchez, están abiertas de par en par.

Nos recibe Lupita, su candidez se convierte en alegría al contarnos de la imagen de la Virgen de Guadalupe que tiene colocada en un altar improvisado de su sala. Una a una, sus palabras son un frescor en la mañana cálida en pleno mes de mayo, mes dedicado a la Virgen María, madre de Dios en la tradición de la Iglesia Católica.

Una imagen de yeso, de aproximadamente 20 centímetros de alto, muestra a la Virgen de Guadalupe coronada, con las manos juntas en actitud de rezo, hay dos floreros con rosas rojas, tiene dos veladoras, arriba de ella hay un cuadro derivado de la imagen original de la morenita del Tepeyac. Hay dos gotas que escurren en sus mejillas, provenientes de los ojos cafés de la imagen.

DE MIRADA VÍVIDA

“Si tú le pides algo, la ves fijamente y mueve los ojos”, afirma Lupita, quien desde hace diez años es dueña de la imagen, cuando un compañero de una de sus hijas se la prestó para rezarle en el mes de diciembre.

Nos cuenta que hace una semana, empezó a escuchar silbidos muy tenues provenientes del altar que estaba colocado en la parte superior de la casa, “no le tomaba demasiada importancia, hasta que el pasado domingo, me percaté de que le salía una lágrima del ojo derecho”.

“Me puse mal, comencé a temblar y como si un nudo en el alma se desatara, me solté a llorar también, llamé a mi hija pequeña para que la viera y ella lo pudo constatar, en esos precisos momentos, tocaron a la puerta, la señora que viene a pedir la colecta del templo también lo vio, fue por su familia, a los pocos minutos había cerca de treinta personas aquí, fue cuando el ojo izquierdo también comenzó a llorar”.

El amigo de su hija confirmó que la Virgen movía los ojos anteriormente, terminó por confesar que se la había prestado porque a él le daba miedo. “Es que me asusta”, le contestó al negarse a recibirla otra vez luego de que la hija de Lupita, antes de que se dieran cuenta de que salieran lágrimas de sus ojos, había sorprendido a la imagen moviendo los ojos. Terminó por confesar que debido a ello, el joven la tenía tapada con una servilleta en la trinchera de la cocina, del yeso de la efigie colgaban varios rosarios.

UN MENSAJE SIN ASOMBRO

“No me asombra, lo que no explico es porque tantos días”, Lupita y su familia lleva un registro detallado de horarios y cantidad del evento milagroso, lo guardan como prueba, como argumento sólido, aunque saben que el líquido que emana de los ojos de la Virgen de Guadalupe no es un proceso corporal de algo vivo, es la comprobación del fervor y la fe que guía sus acciones desde que tienen memoria.

Se le dio aviso a las autoridades religiosas, una testigo fue con el encargado de la iglesia de la colonia Pavón, el Padre señaló que no podría intervenir, que el Obispo sería el indicado, pero les informaron que se encontraba de viaje, por lo que el párroco de la iglesia de Nuestra Señora de la Soledad, quedó formalmente en escuchar y analizar el caso.

Aún así, Lupita expresa: “Mi Virgen es mi Virgen, es mi fe, estamos completamente seguros de lo que vimos, quiero que me digan el porqué pasa esto, no quiero fama alguna, quiero explicaciones”.

Hay un mensaje claro, Lupita se explica a sí misma, “mi padre falleció en junio del año pasado, éramos una familia muy unida, después de eso, se desintegró, yo le pedía a la Virgen que nos volviera a unir, somos diez hermanos y no nos hablábamos, me sentía muy mal al ver que los rosarios que le dedicábamos estaban solos, ya no era una celebración”.

“Allá afuera hay tanta gente que anda matando, es diario, decapitados, que esto que lo otro; yo pedía por la situación del mundo, del país, por nosotros, ahora estamos unidos otra vez, sirvió para que nos uniéramos otra vez, ojalá que esto sirva para unir a las familias nuevamente”.

-Qué, ¿aquí llora la Virgen? –preguntan los niños de la colonia que se arremolinan en torno a la figura de yeso, entran y miran con asombro la intervención considerada divina, hay las pocas personas que tienen miedo, que piensan que es una advertencia, para la mayoría es un mensaje de conciliación, de unión.

En la casa viven seis personas, dos hijas grandes, una de ellas con un embarazo de seis meses, desde tiempos inmemoriales el mes de mayo ha sido el mes de la fecundidad, el proceso por el cual se crea un nuevo individuo, Lupita y su familia cuentan con una fe inamovible, tienen la certeza de que el mensaje de las lágrimas de la Virgen de Guadalupe es claro, tienen esperanza.