Mérida, Yucatán
Ulises Briceño lo tenía bien planeado. El delantero del club Venados, de la segunda división de México, saldría a la cancha sin el brazalete de capitán, pero actuaría como uno. Aguardó a que terminara de sonar el himno de la liga y luego a que una mujer hablara sobre la prevención del cáncer de mama. Acto seguido Briceño tomó el micrófono, dio seis pasos al frente y se encaró con su afición. El zaguero, de 23 años, pidió a los suyos que dejaran de gritarle “puto” al portero rival en cada saque de meta.
“Juntos hagamos un compromiso: paremos en este estadio el ‘¡eh puto!’ y respetemos a nuestros porteros rivales. Se lo pido y vamos con todo. Repito: paremos el ‘¡eh puto!”, dijo Briceño. Venados jugaba ese día contra los Lobos de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP). El público del estadio Carlos Iturralde Rivero, en Mérida, Yucatán, sobre el Golfo de México, le aplaudió en su mayoría. También hubo algunos abucheos.