El lunes 10 de abril los cuatro se fueron a dormir, y al otro día amanecieron muertos dentro de una casa que les habían prestado, y la cual resultó una especie de trampa o de final que les tenía previsto el destino.

Formaban una familia joven y exitosa de Torreón, Coahuila. Parecían felices. Él, Jorge Martínez Iracheta, tenía 41 años y era presidente del Colegio de Contadores Públicos de La Laguna. Con su esposa, Jessica Elizabeth Luna Salas, de 39, tuvo dos hijos: Andrea, 17; y Jorge, 15. Todos fallecieron en el 445 de la calle Tornado de la colonia Garita de Jalisco, en San Luis Potosí, el martes 11 de abril.

No se observaron en sus cuerpos rastros ni signos de violencia o sufrimiento. Apenas si se comentó que se les vio algo de espuma en sus bocas, lo que hizo pensar en que pudieron haber ingerido algún veneno. Pero ahora se corrobora que exhalaron sus últimos alientos al parecer sin dolor, vía la mal llamada “muerte dulce”, infalible, del monóxido de carbono.

Murieron juntos en la misma casa. Terminaron unidos, como también habían vivido, compartiendo retos y sueños. Quedaron dentro de sus respectivas habitaciones en una morada donde la muerte los sorprendió; al parecer, sin que ellos ni por asomo lo advirtieran. O si alguno de ellos se percató de algo extraño, también pudo ser posible que no pudiera hacer nada al respecto.

El psiquiatra y médico forense José Antonio García señala sobre este tipo de intoxicaciones: “En la mayoría de los casos las víctimas no se percatan de lo que está ocurriendo, y en el supuesto de que se den cuenta, la inhalación les provoca una parálisis en las piernas, que les impide salir corriendo”. No parece ser el caso, pues a la familia Martínez Luna la muerte les llegó mientras dormían.

Y es que “la intoxicación letal por monóxido de carbono, conocida como la “muerte dulce”, es la culpable todos los años de algún accidente mortal…”. (Revista Eroski Consumer http://bit.ly/2ocbf8v).

El monóxido de carbono (CO) se genera en la combustión de butano, propano, gasolina, carbón, petróleo, etcétera. Las chimeneas, calentadores de agua, y los aparatos domésticos que utilizan alguno de esos materiales pueden producir este tipo de monóxido si están funcionando mal.

A este respecto, fuentes de la Procuraduría General de Justicia en el Estado (PGJE) confirmaron a La Roja que a ese gas letal se atribuye ya el fallecimiento de esta familia de Coahuila que llegó a San Luis Potosí el fin de semana pasado para ver al menor, Jorge, participar en un torneo nacional de tenis.

“Todo indica que pudo haber sido intoxicación por inhalación de monóxido de carbono. Los cuerpos no presentaban ningún lesión exterior y se encontraban en las habitaciones sobre las camas. Tenían entre 15 y 18 horas de fallecidos luego de que se encontraron”.

Así lo revela a este medio un funcionario de la citada Procuraduría.

Es decir, agregó: “Pudo haber pasado que inhalaran mientras dormían, y como el monóxido de carbono es inoloro e imperceptible, no lo detectaron. Probablemente el boiler, que estaba al interior de la casa, en el cuarto de servicio, en la planta alta, muy cerca de las habitaciones, pudo ser el causante de la fuga del monóxido de carbono; y también se encontraron ventanas cerradas, lo que pudo incrementar la concentración de monóxido”.

El martes 11 de abril, Guillermo, el colega contador que le había prestado la casa a Jorge y su familia, llegó a la que es su casa en la citada calle de Tornado. Tocó. No le abrieron. Uso sus llaves. En el patio de la casa encontró los preparativos para una parrillada a la que se le había invitado. Además de la parrilla había algunos alimentos y dos o tres botellas de bebidas alcohólicas. Subió a la planta alta donde están las habitaciones, y encontró a su amigo y al resto de la familia ya sin vida.

¿Muerte dulce? Ninguna despedida de este mundo parece serlo. Al menos no para todos. Que lo digan sus familiares que vinieron de Torreón a solicitar la entrega de los cuerpos. El viaje a San Luis fue el penúltimo que Jorge y su familia emprendieron juntos en vida. Descansan en paz, y viven en la memoria de sus parientes y amigos que les sobreviven recordándolos como una familia exitosa, y feliz.