Tres dinteles hallados en 1992 que los antiguos sacerdotes cruzaban para entrar al Templo Mayor de dicho sitio y celebrar rituales sacros fueron reintegrados a la Zona Arqueológica de Tlatelolco, informó el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) mediante un comunicado. Después de una década de conservación y variados procesos de restauración, los maderos ahora pueden admirarse en el Centro de Interpretación del recinto.
(La Jornada)
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Lorenza López Mestas Camberos, coordinadora nacional de Arqueología, comentó en representación del director general del INAH, Diego Prieto Hernández, que “hablar de Tlatelolco, es hablar de más de 680 años de historia y conocimiento, los cuales se han ido reconstruyendo a partir de crónicas y otras fuentes documentales, así como de los numerosos proyectos de investigación realizados por dicho instituto en el sitio durante ocho décadas”.
Recordó que, a propósito de la edificación de “El Triángulo”, hasta hace algunos años sede de la Secretaría de Relaciones Exteriores, se efectuó un salvamento arqueológico entre 1991 y 1993, el cual dio lugar al descubrimiento y recuperación de 98 entierros, 16 estructuras prehispánicas –de las que solo el temazcal se logró trasladar completo a la zona arqueológica– y mil 200 piezas, de las que sobresalieron los tres dinteles en cuestión.
Sobre la iconografía de los dinteles restaurados, las tallas de pino componen la representación de una procesión de guerreros, quienes flanquean el símbolo del disco solar, en cuyo centro está el símbolo Ollin (movimiento), explicó la arqueóloga a las y los asistentes de la primera Noche de Museos de este año realizada en el sitio arqueológico.
Además, resaltan un par de personajes: uno con atavíos del dios de la lluvia y la fertilidad, Tláloc; y otro con atributos de un tlaloque (anunciador de la lluvia); figuras que sirvieron de inspiración al músico Gonzalo Ceja para estrenar una pieza con artefactos sonoros de raigambre prehispánica, elaborados en huesos de zapote, astas de venado, conchas marinas y caparazones de tortuga.
Por su parte, el director de Salvamento Arqueológico del INAH, Salvador Pulido Méndez, indicó que estas intervenciones permiten armar, cual rompecabezas, la conformación de antiguas ciudades y pueblos que yacen bajo nuestros pies. “Todos caminamos las aceras sin imaginar que debajo hay relevantes vestigios arqueológicos. Cada vez que se hace una construcción en el Centro Histórico de la Ciudad de México y zonas periféricas estamos obligados a efectuar este trabajo de investigación, el cual hacemos con dedicación y del cual obtenemos grandes resultados.