Las sirenas de las patrullas despertaron a los vecinos de la calle Hacienda Carranco. Poco antes de las 9 de la mañana, las torretas y la presencia de agentes del Ministerio Público llamaron más la atención de los colonos y de quienes pasaban por el lugar; entre comentarios se supo la noticia: una mujer había matado a sus dos hijos y después se suicidó.

El acordonamiento de la zona hizo mayor la curiosidad de los vecinos, pero la llegada de la camioneta de los Servicios Periciales confirmó la tragedia que había ocurrido en aquella casa de la esquina.

Guadalupe tenía 34 años y vivía en una pequeña casa de interés social en una colonia popular, al oriente de la ciudad de San Juan del Río; esa colonia está en el extremo de la ciudad, pero ahora es el hogar de muchas familias que han llegado de otros estados del país. Junto con sus hijos y su mamá, Guadalupe tenía algunos años viviendo en ese lugar, eran una familia como cualquiera.

Ese jueves, Guadalupe acompañó a su madre hasta la parada del autobús, quienes las vieron dijeron que Guadalupe abrazó muy fuerte a su mamá y esperó a que el autobús avanzara para regresar a su vivienda. Casi una hora y media después su madre volvería al hogar y vería la escena trágica en la que se convirtieron sus nietos y su hija.

La versión oficial fue que, la noche anterior a los hechos, Guadalupe tuvo una discusión con su pareja y padre de los niños; desde hace 3 años él se había ido a trabajar a Estados Unidos y no había fecha para que regresara. El pleito fue como tantos otros que tuvieron desde que él se fue, pero en esa llamada intercambiaron insultos y amenazas, pues Guadalupe había descubierto que su esposo ya tenía otra pareja.

Una de las amenazas contra él fue que no volvería a ver a sus hijos y le advirtió que cometería algo muy grave, pero no le dijo cuándo. Esa noche pasó casi como cualquiera, pero al amanecer Guadalupe se había decidido a cumplir con la amenaza, por lo que apuró a su madre para que saliera de la vivienda y se aseguró que no pudiera volver.

Luego de dejar a su mamá en el transporte regresó a su casa y cumplió con la advertencia que hizo a su pareja; con un cuchillo de cocina mató a sus hijos y les tomó unas fotos que envió al teléfono de su esposo. Después ella ocupó la misma herramienta para herirse y provocarse la muerte.

Fueron los familiares quienes avisaron a la Policía de lo que había ocurrido; luego de recibir las imágenes, el papá de los niños le habló a un familiar y le pidió que fuera a la casa para verificar que los niños estuvieran bien, no alcanzaba a creer que sus hijos eran los de las fotos. Sin embargo minutos después recibió la confirmación de lo que había pasado. Lo mismo pasó con la madre de Guadalupe.

En cuanto los agentes periciales comenzaron con las diligencias, los vecinos se acercaron al parque que está enfrente de la casa de Guadalupe; algunas mujeres lloraban al conocer la historia de voz de los vecinos que se dieron cuenta de toda la movilización; otros relataban entre ellos que habían escuchado los gritos de los niños, pero no les causó alerta porque a esa hora es común que haya ese tipo de ruidos por las discusiones para levantarse e ir a la escuela.

Minutos después de haber llegado el personal de la Fiscalía General del Estado también llegaron los reporteros de diferentes medios locales y estatales. La noticia de divulgó rápidamente en redes sociales y con ello se divulgaron comentarios y juicios –a veces hasta hirientes- por la decisión de Guadalupe.

San Juan del Río es una ciudad que si bien ha crecido en los últimos años, mucha de la gente se conoce entre sí, mucha de la gente que se enteró horas después conocía a Guadalupe y a su familia y mucha de esa gente juzgó los motivos que la hicieron cometer el crimen en contra de sus hijos. La comparación más cercana a lo que hizo Guadalupe fue el caso de una mujer que -hace casi un año- envenenó a su hija de 4 años y después dijo que fue accidental, aunque las investigaciones determinaron lo contrario.

Los días posteriores, los vecinos de la colonia Haciendas de San Juan no quisieron hablar de Guadalupe o de su familia; ni sus vecinas o los encargados de las tiendas de la zona quisieron hablar con extraños respecto a ellos. Solamente entre los mismos habitantes surgieron varias historias, pero en las que no se ponía en juicio su papel como madre o como hija, se le recordó como una buena amiga quien solamente ella entendería el porqué de su última decisión.