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Desde que Yolanda Herrera Ramírez decidió dejar de vivir en un hogar lleno de violencia, golpes y maltratos, su esposo Alberto Silva Andrade —prófugo de la justicia por intento de feminicidio contra su esposa— amenazó con matarla, desfigurarla o dejarla paralítica antes de permitir la posibilidad de que estuviera con otro hombre.

El pasado, miércoles 8 de febrero, Yolanda Herrera fue apuñalada en 10 ocasiones por su esposo Alberto Silva en su domicilio ubicado en la Unidad Habitacional Manuel Rivera Anaya, en Puebla. Desde entonces, el hombre de 36 años, que atentó contra la vida de su esposa, es buscado por la Fiscalía General del estado.

PeriódicoCentral logró entrevistar con Yolanda, mientras se recupera de las 10 puñaladas que le propinó su esposo. La mujer teme por la vida de su hija mayor, a quien también amenazó con matarla sin importar que lleve su misma sangre, por lo que hay un fuerte dispositivo de seguridad alrededor de la familia.

EL INFIERNO DE YOLANDA

Yolanda decidió terminar su relación con Alberto Silva en junio de 2016, luego de que él estuvo en prisión por ocho meses porque regresó a su casa más violento de lo que ya era. A partir de ese momento, fueron más constantes las amenazas de muerte y de querer hacerle daño antes de verla con alguien más.

“Empezaba con que te voy a matar, te voy a matar. Recuerda que prefiero dejarte paralítica o desfigurarte antes de que andes con otra persona”, relató la mujer que salvó su vida gracias a que fingió que ya estaba muerta.

La espiaba constantemente. Iba a sus lugares de trabajo, rondaba su oficina, su casa, la seguía:

“Mis hijos lo veían y me decían ‘mamá te está espiando allá afuera en el jardín. Mamá ya anda de este lado´, pero honestamente nunca creí que hiciera algo así, siempre intenté calmarlo”.

Así estuvieron durante ocho meses, a pesar de que había una orden de restricción para que él no se le acercara, pero puso de pretexto la convivencia con sus hijos para iniciar nuevamente con el hostigamiento y las amenazas hasta el miércoles 8 de febrero en que casi le arrebata la vida.

Alberto Silva mandó un mensaje a Yolanda a través de su hija mayor: “Tú no sabes hasta donde puedo llegar, pero de que la mato, la desfiguro, la dejo paralítica, lo voy a hacer”.

EL DÍA DEL ATAQUE

El miércoles 8 de febrero, Yolanda regresó a su casa luego de llevar a su hijo más pequeño a la escuela, pasó al Oxxo, a la carnicería y se detuvo unos minutos a charlar con una amiga. Al llegar a su casa y abrir la puerta, Alberto Silva la sorprendió por atrás, la sujetó del cuello y la aventó hacia adentro de su hogar.

“Me sorprende por atrás, me agarra del cuello y me dice ´¡Ya te cargó la chingada!´. Yo nunca pensé que fuera él porque llevaba una sudadera y guantes, yo pensé que era un ratero, me quedé callada, no llevaba bolsas, nada, sólo mi carne, las llaves y mi cartera, relató entre llanto y una mirada temerosa.

Mi reacción fue: “Beto no me hagas daño, tenemos hijos”.

“Te dije que te iba a matar y te voy a matar”, al mismo tiempo en que soltó la amenaza le dio un batazo a la altura de la pelvis “luego saca un cuchillo y me empieza a cuchillar, le respondió.

Pese a que Yolanda le empezó a gritar que lo amaba que se quedaría con él y pensara en sus hijos, Alberto Silva continuó clavándole el cuchillo y sólo le contestó: “Eso lo hubieras pensado antes. De que te mato, te mato”.

“Se dobló el cuchillo, me arrastró a la cocina, agarró otro cuchillo me dijo que me iba a sacar el ojo y que me iba a matar. Después me dijo que la que seguía era mi hija. Le respondí que no, que ella también era su hija”.

Alberto intentó ahorcarla con el bat, ella no paraba de sangrar y cuando le dio la última puñalada, justo en la garganta, Yolanda se tuvo que hacer la muerta para que la dejara en paz.

“Se salió corriendo y como pude me arrastré a la entrada y le grité a los vecinos que me ayudaran, había mucha gente afuera, me dijeron que resistiera que no me durmiera, que iba a estar bien (…) Tengo miedo de que regrese”.

ANTES LA RELACIÓN ERA DE AMOR

— ¿Cómo se conocieron, cuánto tiempo tienen de casados, desde el principio fue así la relación?— se le preguntó.

—Desde hace 18 o 19 años (están casados). Era compañero de escuela de mi hermana, era compañero de bachillerato, pues continuamente lo veía con ella haciendo trabajos, haciendo cosas junto con un grupo de amigos que eran. Se fue dando la amistad, el acercamiento, desde un “hola, ¿Es tu hermana?”.

Dilatamos escasos 8 meses de novios o 7 meses cuando decidimos casarnos. Nos casamos muy chicos, yo tenía 16 años cuando me casé, él me lleva 3 años de diferencia casi 4. Se da así la relación, me caso y al año tengo a mi hija la mayor.

Él tenía un trabajo fijo, trabajaba en la Volkswagen. Dilatamos un año viviendo con sus papás, nos independizamos, nos vamos a una casa de mi tío y nunca rentamos, tuvimos siempre apoyo en ese aspecto, nos independizamos, pero a los 2 años llegó mi otro hijo y es cuando él decide irse a los Estados Unidos, se va y tarda 2 años para regresar.

CUANDO REGRESA DE ESTADOS UNIDOS INICIAN LOS PROBLEMAS

Cuando vuelve de Estados Unidos, Alberto Silva regresa cambiado, ya era violento y tomaba mucho alcohol: “Se ponía controlador. Me decía no hagas esto, no hagas el otro, era muy posesivo, celoso. Cosas así, pero no me lo decía en su juicio, necesitaba tomar para ponerse agresivo”.

Así fue como la relación de amor entre Yolanda y Alberto se tornó violenta, agresiva y tormentosa. Cuando llegó su tercer hijo la relación ya estaba desgastada a tal punto que él le decía que ese niño no era suyo.

“Empezaron a haber más problemas y habíamos tomado la decisión de separarnos, pero no era nada serio y él en juego siempre me decía ´El día que me dejes te mato o mato alguno de tus familiares´, pero no le daba importancia”.

“Fue así como empezó a decirme que me iba a hacer daño. Me empiezo a alejar, pero él atraviesa por un proceso legal porque trabajaba de seguridad de unas personas, se involucra por falsedad de declaraciones, dilata 8 meses preso y pues yo saqué la casa adelante, a mis hijos, nunca lo dejé, pagué abogado”.

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