Mía Guadalupe cumpliría un año de edad este domingo 12 de julio. No alcanzó su primer pastel y sus mañanitas, pues fue asesinada por su padrastro, en complicidad de la madre, según afirman las autoridades. El jueves por la tarde, su cuerpo fue velado por unos momentos en una funeraria de Sevilla y Olmedo y sepultado en un panteón de la ciudad.

El asesinato de la bebé ha sido uno de los casos más sensibles para la comunidad. La mayoría de los ciudadanos enterados por los medios condena la permisiva actitud de la madre, una joven de 18 años que fue abandonada durante el embarazo por el padre biológico de su hija, un hombre mucho mayor que ella y que, tras lo sucedido, se presentó ante la familia para sumarse a la condena generalizada.

Pero detrás de este caso hay fallas estructurales dentro de su familia que quizás dieron origen a esta tragedia. De acuerdo a información obtenida, la abuela de Mía también sufrió violencia física y emocional de parte de su pareja y de ello dio cuenta Irma, quien creció “naturalizando” el maltrato hacia su madre.

La abuela de la bebé es una persona trabajadora, pero, a pesar de los intentos por superarse, sus relaciones afectivas no fueron duraderas, por lo que ella debió seguir adelante al cuidado de Irma y sus otras hijas, que igualmente han crecido bajo la influencia de una sociedad que discrimina, en condiciones educativas y económicas apenas confortables, pero también en medio de una ausencia de valores y de la ignorancia sobre el respeto a uno mismo y la propia auto estima.

Hoy, los familiares de Mía pusieron globos en la sala de su casa y entre llanto y dolor, le cantaron las mañanitas.