+ YA IBA EN EL CAMIÓN CUANDO SOLTÓ EL LLANTO

+ LA HABÍAN DEJADO ENTRE MONTONES DE DESECHOS

Iban a ser las siete de la mañana en la colonia Julián Carrillo cuando Juan Pablo Marín, de la empresa recolectora Vigue, fue sorprendido por el llanto de una bebé, quien avisó al mundo de su existencia así, llorando, como todos, pero cuando ya iba entre los desechos dentro del camión recolector.

Unos 20 metros antes esa bolsa conteniendo a la recién nacida había estado depositada, no se sabe hacía cuántas horas, entre un gran cúmulo de bolsas con desechos.

Veloces, presurosos como andan, ninguno de estos empleados puede imaginar que dentro de esas malolientes bolsas puede ir un recién nacido. Ellos corren, levantan los recipientes en vilo y las arrojan con rapidez o hasta de manera violenta adentro del camión, donde van comprimiéndose.

La bolsa donde iba la bebé la levantaron en la esquina de Espinosa y Cuevas y la calle Guadalupana de la colonia Julián Carrillo, y fue hasta unos 20 metros después cuando Juan Pablo escuchó los lloriqueos del recién nacido, “todavía con la placenta”, según el reporte policial.

Otro hecho fortuito permitió también que esta criatura pudiera salvar la vida, pues alcanzó a llorar antes de que los empleados del camión accionaran el mecanismo para compactar los desperdicios. De no haber sido así, lo más seguro es que habría muerto.

Cuando los primeros agentes policiales arribaron al lugar, procedieron a interrogar a Juan Pablo, y este refirió que se encontraba haciendo su chamba de recolectar basura, faltando unos cuantos minutos para las siete, cuando se percató de los lloriqueos de la criatura adentro del camión.

Se acercó y descubrió que provenía de una bolsa. La habían envuelto en una pequeña cobija con dibujos infantiles de tigres, elefantes y dinos. Los trabajadores de Vigue la sacaron de la bolsa y la protegieron de manera improvisada con sus propias ropas.

Enseguida se llamó a la Cruz Roja y a las autoridades para dar fe de lo sucedido. Después se trasladó a la bebé al Hospital del Niño y la Mujer.

La recién nacido, “todavía con la placenta” (indican los reportes), fue valorada por los médicos, y a juzgar por una foto que ya se le tomó en el hospital, se encuentra sana, a salvo; se le ve dormida, pero incluso parece sonreír.

No se conocen por lo pronto las causas de este hecho, pero es claro que hay delitos que perseguir, y a eso se tendrá que abocar la Policía Ministerial.

El hecho trae a la memoria un caso más infortunado, el de una mujer que fue asesinada y depositada en un bote de basura el 29 de diciembre del 2016, en el libramiento oriente de esta ciudad, hallazgo hecho también por empleados que recogen basura.

Esta vez, al menos, el desenlace fue muy afortunado, todo gracias a que la bebé abandonada lloró todavía a tiempo de que le pudieran salvar la vida.

Parece que algo se pudre, y no en Dinamarca, sino en San Luis Potosí, cuando depositan mujeres asesinadas en tambos de desechos y bebés recién nacidos en bolsas negras para la basura.

Cuenta la historia que antes a estos recién nacidos solía dejárseles en las puertas de las casas, o de los templos, o de los hospitales. Eran otros tiempos.