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+ EL CHÓFER, ORIGINARIO DE SONORA, MURIÓ AHÍ MISMO

+ IBAN A EXCESO DE VELOCIDAD EN EL DISTRIBUIDOR JUÁREZ

+ EL CONDUCTOR INTENTÓ CAMBIAR DE MÚSICA Y SOBREVINO EL CHOQUE

+ ENTRE LOS DESTROZOS, FLORES Y RESTOS DE BEBIDAS ALCOHÓLICAS

Una mujer que iba como copiloto logró sobrevivir al accidente ocurrido la madrugada del sábado 21 de enero en el Distribuidor Juárez, donde perdió la vida el conductor y el auto quedó partido a la mitad.

Alrededor de las dos de la mañana, el viento hace estragos por toda la ciudad, y Gustavo H., de 27 años, al parecer con alguna euforia etílica, conduce a gran velocidad el Chevrolet Sonic, modelo 2015, blanco, con placas S50AET, del Estado de México.

Le acompaña una mujer, conversan, están entusiasmados. Escuchan música y están ajenos a lo que está por ocurrir en unos segundos más.

Adentro del auto se sienten a salvo. Pero les rodean las ráfagas de viento que chocan contra las ventanillas y producen un sonido ululante, como aullidos; la altura, o sea el tercer piso del Distribuidor, desde donde deslumbran la vista miles de luces en la ciudad; la velocidad, más de 100 kilómetros por hora; y las curvas del circuito, que sirven a los conductores para tomar una de las cuatro direcciones, pero que para ellos serán solo una especie de ruleta rusa.

Sin embargo los dos ocupantes del Sonic en esos momentos parecen ajenos a cualquier presagio de infortunio. Y quizá no hubiera pasado nada más, pero sucedió que en esos momentos —tal vez animado por el alcohol, la velocidad, y por supuesto, la compañía— Gustavo decide cambiar las canciones que venían escuchando. Era lo único que faltaba para completar el cóctel de la desgracia. El fin de la noche.

Mientras el conductor sigue controlando el volante con su mano izquierda, lleva la derecha al aparato de sonido para cambiar de canciones, en tanto empieza a tomar rumbo para la carretera a Rioverde. Y es en ese momento cuando pierde el control del vehículo, según declaró la mujer, quien salvó la vida de manera tan extraordinaria que ni siquiera fue registrada como lesionada por los servicios de emergencia y policiales.

Lo siguiente ocurre en segundos. Una especie de explosión en el instante que el auto se estrella contra la contención de concreto. Al darse el impacto en el centro de la unidad, provoca que ésta se parta en dos. Y mientras la parte delantera queda atascada en el muro, con las llantas para arriba, la delantera, con los dos tripulantes aún en el coche, sigue su trayectoria errática todavía unos 20 metros, hasta impactarse también en el muro de contención, pero del lado opuesto. Es hasta ahí cuando Gustavo es expulsado del mueble. Queda sin vida sobre el asfalto del Distribuidor.

Partes de carrocería y también objetos del interior del vehículo habían salido volando tras el choque, y quedaron regados en los carriles de ambos lados a lo largo de varios metros. Otros más cayeron al vacío del Distribuidor. Pero para entonces adentro seguía aún, protegida por causas fortuitas, la acompañante. Copiloto que luego del marasmo de los dos encontronazos con los muros de contención debió salir del auto muy aturdida, y solo para ver escenas de pesadilla: su amigo muerto sobre el piso, el coche partido a la mitad, y destrozos por ambos sentidos de las vías del Distribuidor Juárez.

Hasta hoy no se había revelado la existencia de la citada mujer, la cual debió ser auxiliada en el sitio, y protegida por los uniformados. Resultó sin golpes de consideración; pero seguro muy conmocionada. Las mismas insólitas circunstancias que hicieron posible un corte quirúrgico del Chevrolet para que se dividiera en dos, parecen haber jugado a favor de la acompañante de Gustavo, quien resultó a salvo.

Esta historia puede resultar increíble para algunos, debido al «milagro» de que en un choque de tales magnitudes alguien pueda sobrevivir. Y no solo eso, sino salir ileso o al menos con la capacidad de dejar por propio pie el lugar del accidente.

Los primeros policías que llegaron al sitio del choque tuvieron cuidado de resguardar la escena, e impidieron conocer más detalles. Sin embargo La Roja pudo confirmar la existencia de esta segunda persona, quien incluso rindió declaración ante el Ministerio Público. Sus datos, no obstante, están protegidos.

Desde un principio surgieron ideas sobre la presunta existencia de esta sobreviviente, pues luego de registrar lo que quedó del auto se encontraron objetos que debieron ser de ella. Entre los destrozos se observaron algunas flores esparcidas; además de envases de bebidas embriagantes, entre estas, botellas de cerveza tamaño «caguama».

Así, mientras la identidad de la mujer permanecerá en el misterio, el conductor del auto fue identificado de inmediato como Gustavo Hodgers Robles, de 27 años; asimismo se corroboró su domicilio que —se dijo— tenía en la calle 16 de septiembre, sin número, del Barrio de Tlaxcala.

Pero estaba de visitante en nuestra ciudad, pues era originario de Hermosillo, Sonora, donde la comunidad lamentó su muerte, pues su familia es muy conocida debido a que era hijo y nieto de hombres que se han destacado en aquella ciudad por la contribución al deporte y a la sociedad en general.

De allá, de Sonora, vino su esposa a recoger el cuerpo de Gustavo, para velarlo junto a sus seres queridos y la comunidad que le apreciaba. En tanto que la sobreviviente del espectacular, fatídico accidente, seguro jamás olvidará esa noche de copas…y de tanto viento.

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