+ A MÁS DE 14 HORAS, SILENCIO DE LAS AUTORIDADES SOBRE EL DOBLE CRIMEN A POLICÍAS ESTATALES
+ HACE DOS MESES QUE EL SECRETARIO DE GOBIERNO PROMETIÓ UN VOCERO DE SEGURIDAD…PERO AÚN NO LO PUEDE NOMBRAR
Más de 14 horas han transcurrido del asesinato en que perdieran la vida dos agentes de la Policía Estatal, Ismael Baena Gamez y Mauricio Cruz Galván, sin que hasta el momento autoridad alguna se haya dignado emitir un pronunciamiento sobre los hechos.
Ese silencio resulta penoso, injustificado, lamentable, y hasta algo parece tener de cobardía o de mezquinos intereses políticos, pues el mensaje que prevalece, luego de las largas horas transcurridas, es que el discurso que cuenta es el de los criminales, el de las muertes impunes y la violencia.
Nadie en el gobierno del estado se ha dignado presentarse para informar. Tampoco para lamentar lo sucedido o para reconocer de alguna forma el sacrificio de los dos agentes.
Y si ni siquiera informan o reconocen a sus policías caídos, menos se puede esperar un mensaje de alguna autoridad para dar algo de confianza a la ciudadanía, muestras de respaldo a los demás policías que siguen en las calles, y condolencias a las familias.
El pasado 21 de octubre el secretario general de gobierno, Alejandro Leal Tovías, anunció que nombraría un vocero para que mantuviera informada a la ciudadanía, esto luego de una fuerte psicosis social generada en semanas previas a tal fecha, a causa de rumores sobre balaceras y asesinatos.
Pero es fecha que el vocero no ha sido nombrado, y que parece también no hay quien tenga el sentido común y la decencia de no dejar el doble crimen en el silencio, como si los que murieron no hubieran sido dos servidores públicos caídos en el cumplimiento de su deber, sino cualquier otra cosa.
En estos casos, sobre las personas que tienen la desgracia de morir a manos del crimen organizado, es común que de inmediato se les criminalice, y sobre todo que en las redes sociales se les empieza a difamar, más al tratarse de agentes policiales que, como es sabido, no gozan de mucha reputación entre la ciudadanía.
Pero lo cierto es que la forma en que mueren este tipo de policías no le da derecho a nadie a prejuzgar sobre alguna eventual culpabilidad de ellos. Y lo que sí tienen garantizado, sin ninguna duda, y de acuerdo a la Constitución, es su calidad de víctimas y su derecho absoluto a la presunción de inocencia.
Mientras no se demuestre alguna complicidad de los agentes muertos en hechos de la delincuencia, nadie tiene derecho a manchar su imagen, ni de afectar con ello su memoria, y el presente de quienes les sobreviven, sus familiares.
Por eso llama la atención y resulta más reprobable el penoso silencio de las autoridades, pues para el gobernador, para el procurador, y para los directores de las corporaciones policiales pareciera que no ocurrió nada. Y así, el mensaje que se manda a la comunicad con ese silencio es muy desalentador.
Este comportamiento tan lamentable de las autoridades no puede dar ningún tipo de confianza a la población, ni a los miles de agentes que cuidan a esa ciudadanía, ni a los familiares de los agentes muertes. Es un silencio vil.
