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martes 19 de marzo de 2024 San Luis Potosí, México
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La joven Odalis Hipólito se despidió por teléfono de su hermano, sin pensar que jamás volvería a verlo. Para las autoridades se trató de un suicidio, su familia cree que fue feminicidio.

La última vez que supieron de ella fue el sábado 10 de marzo a las 11:30 de la noche. Le llamó a su hermano para decirle que quería ir con su mamá y hermanos al cine, pero el domingo la encontraron sin vida. Parecía suicidio, pero ¿quién se quita la vida teniendo planes para el día siguiente?

José y su mamá iban en su vehículo por la ciudad cuando recibió la llamada de Odalis. Siempre pedía el celular prestado a sus amigos porque no tenía uno propio. José puso el altavoz y escucharon a su hermana decir que estaba en el cumpleaños de una amiga, que pasaría la noche en casa de su tía y les pidió que al día siguiente fueran a comer y al cine, junto con un amigo al que quería presentarles. Incluso le pidió a su hermano que checara la cartelera por Internet para escoger la película.

Odalis apenas había cumplido 16 el pasado 28 de diciembre. Aún platicaba de su fiesta de XV años cuando se encontraba a sus ex compañeros de la secundaria. Aunque meses atrás había abandonado la preparatoria Lasalle, ubicada en la calle de Reforma, les decía a sus amigas que quería volver a la escuela, mientras tanto le ayudaba a su mamá con las labores del hogar y, a decir de sus hermanos y primos, ella era una jovencita alegre que le gustaba poner canciones de Adan Zapata a todo volumen.

Casi todos sus familiares se dedican al comercio ambulante o establecido, Odalis los frecuentaba, les ayudaba un rato a vender y luego pasaba la tarde con sus amigos. Sabía andar en la calle, conocía el centro histórico a la perfección porque estudió en una primaria frente a la Alameda y en una secundaria también céntrica.

Aunque apenas era una niña tenía cierta independencia, vivía con su mamá y dos hermanos, pero solía quedarse con su abuelita, ubicada en la colonia San Luis, o con una de sus tías. Para su familia era normal que Odalis tuviera esa libertad y la ejerciera con cierta responsabilidad, puesto que siempre se reportaba desde el lugar donde anduviera.

Ese sábado no fue la excepción. Por la tarde, Odalis metió a su mochila dos playeras, un cambio de ropa interior y sus audífonos y fue a ver a un amigo con quien celebraría el cumpleaños de su hermana.






La incomprensible versión del taxi.-

El centro histórico estaba oscuro, sucio y desolado al momento en que Odalis y un primo suyo caminaban hasta una casa de la calle Valentín Amador, muy cerca de la antigua estación del Ferrocarril. Allí los esperaba un amigo de la jovencita, la madre de éste y aparentemente otra joven que era la que cumplía años.

Odalis no quiso probar el pastel que estaba puesto al centro de la mesa y sólo pidió un vaso de leche. Esa casa les era familiar, porque el primo de la jovencita se metió a una habitación a ver televisión y ella continuó la velada con sus conocidos. Al notar que era tarde pidió prestado el celular a la mujer para llamar a su familia. Hizo dos llamadas, a su hermano y a una prima, a quienes dijo que pasaría la noche en casa de una tía.

-Adiós carnal, te quiero mucho, nos vemos mañana- le dijo Odalis a su hermano, luego de planear la ida al cine para el día siguiente.
Ya era domingo. A las siete de la mañana, el hermano de la jovencita recibe otra llamada del mismo número, desde el otro lado de la línea le informan que su hermana está muerta. La voz era de la mujer que la noche anterior le prestó el celular a la joven. José pensó que se trataba de una broma, pero la mujer continuó su historia afirmando que otro de sus hijos salió a trabajar esa mañana y que se encontró con policías y agentes funerarios que bajaron el cuerpo de la jovencita.

-Uno de los que trabajan en la funeraria conoce a mijo y también conocía a Odalis y fue el que le dijo a mijo que la muertita era su amiga, entonces él vino a avisarme y por eso te estoy avisando- le dijo la mujer a José, quien se ponía la ropa para correr a lugar donde decían habían encontrado a su hermana.

Horas más tarde, los familiares de Odalis comenzaron a recibir la noticia. Que la niña se había ahorcado en la baranda de los límites del museo del Ferrocarril y de la estación de transferencia del transporte urbano y todo fue confusión, dolor e incredulidad.
Para cuando José llegó a la escena los camiones y la gente habían borrado la grotesca escena. Los policías se habían retirado y el cuerpo de su hermana llevado al servicio médico legal de la Procuraduría, así que se dirigió junto con su padre a las oficinas de la dependencia, en el Eje Vial.

Como sólo tenían la versión del suicidio confirmada por unos policías ministeriales y un agente del ministerio público que por ser “deshoras” de domingo no se tomaron la mínima sospecha sobre la extraña muerte de Odalis, José y su padre solicitaron el cuerpo y pidieron que no se investigaran los hechos. Ni tardo ni perezoso, en menos de cuatro horas, el agente del Ministerio Público Ángel Francisco Requena Aguirre entregó el cuerpo de Odalis a sus familiares una vez que fue reconocido por su hermano. Al fin y al cabo “menos trabajo” para la Procuraduría.

Pero al momento de ver las noticias y las grotescas fotos de la niña en la baranda del museo del Ferrocarril, los familiares empezaron a sospechar que no se trataba de un suicidio, más aún cuando notaron un raspón en su mentón y arañazos en sus manos. Mientras velaban su cuerpo, en la casa de la abuelita, situada en la colonia San Luis, el padre de Odalis, su hermano y su tío regresaron a la Procuraduría General de Justicia, donde les dijeron que sí se trató de un suicidio y que si querían una investigación que se esperaran tres días porque tenían mucho trabajo.

Molestos por la forma en que el gobierno del Estado trata asuntos relevantes para la ciudadanía, especialmente en los que está envuelta la extraña muerte de una mujer, los familiares esperaron a que arribara el subprocurador Aarón Edmundo Castro Sánchez, quien también les dijo que todo apuntaba a un suicidio, puesto que no había señales de abuso sexual, pero no brindó más información sobre la necropsia ni abrió carpeta de investigación. En el acta de defunción, la Procuraduría afirmó como causa de muerte asfixia por ahorcamiento, y la hora de muerte las 2 de la mañana del domingo 11 de marzo de 2018, sin considerar los extraños sucesos ocurridos entre las 11:30 del sábado y las 2 de la mañana del domingo.

La mujer y su hijo de nombre Jorge (el amigo de Odalis) se presentaron al velorio el domingo por la noche. José los interrogó y ahora obtuvo la versión de que el primo que acompañaba a Odalis esa noche se había quedado a dormir en su casa, que la joven se despidió de ellos a la media noche y que Jorge la había acompañado justo a la estación de transferencia, donde tomó un taxi. Cuando José le preguntó el número del auto Jorge dijo no haberlo registrado. La mujer y su hijo se despidieron y se retiraron, desde entonces no han vuelto a hablar y la Procuraduría de Justicia se ha visto lenta en llamarlos a declarar.

Rosas y silencio.-

La casa de la abuela de Odalis es grande, como todas las de la colonia San Luis. Allí la joven pasaba algunas noches y convivía con sus primas. Tiene una larga cochera que ayer sirvió de antesala para que los jóvenes amigos y familiares de Odalis la acompañaran. Nadie le recuerda un signo depresivo.

Era libre, amaba la música y el cine, elegía a sus amigos y tenía familiares que la amaban. Hasta donde se sabe no tenía novio. Algunos se preguntan cómo es posible que alguien que quiera quitarse la vida lo haga en la calle y no en un lugar más íntimo, y por qué habría de quitarse la vida una joven que quería ir al cine con su mamá y sus hermanos, que quería volver a la escuela. Para la autoridad se trató de un suicidio, para sus familiares se trata de un feminicidio.

El lunes por la noche su cuerpo aún era velado. Su modesto ataúd blanco estaba rodeado de rosas y una foto con su vestido de XV años. Dentro del ataúd, la niña de 16 estaba ataviada con el atuendo de una virgen, una corona en su cabeza y lipstick rosado en sus bellos labios.





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